martes, 30 de noviembre de 2010

¡Vaya papeleta!

Que la colosal estructura del edificio del poder político del PSC en Catalunya ha quedado en estado enormemente ruinoso, tras el varapalo electoral del pasado domingo, no parece que vaya a ponerlo en duda alguien con dos dedos de frente. Hace algunos años (algo más de siete), cuando su candidato empezó a maniobrar, al encaramarse a la presidencia de la Generalitat, muchos progresistas creyeron encontrarse en situación de orfandad y no tardaron en mostrar gran estupor ante la deriva nacionalista de la federación catalana. Lejos de rectificar, con el cambio de líder al dar por finalizada la primera aventura tripartita, aun exhibieron mayor firmeza en la misma contradicción ideológica. La consecuencia del segundo examen, ante el electorado catalán, ha malogrado el arduo trabajo de décadas, además de dejar en la estacada quién sabe si en dilatado período a la formación política. Pero el engranaje que parece que ha sufrido mayor deterioro, en apresurado e imbécil alejamiento de los valores propios del Socialismo en un partido que hace gala del mismo en su propia sigla, es el de sus militantes y simpatizantes. Estos se han visto forzados, por los inagotables hechos de sus dirigentes en el gobierno de las instituciones públicas en Catalunya, a defender los mismísimos argumentos contra los que debían combatir escasos años atrás. Abrazar postulados propios del Nacionalismo, bajo el subterfugio del eufemismo “Catalanismo”, no deja de ser una de las muchas contradicciones en las que han incurrido desde el PSC. En el mismo sentido, el hacinamiento de ultracatalanistas entre la cúpula dirigente contrasta y chirría brutalmente con la ausencia de ellos entre las bases del partido y sobre todo entre su electorado natural. No obstante, pocas cosas han menoscabado más la paciencia de sus ya mosqueados seguidores, en el tramo final de la legislatura, que el ademán de aparente rectificación subyacente en sus promesas y actitudes electorales (el díptico bilingüe, el repentino desacuerdo con las multas lingüísticas, la extemporánea e hipotética cumbre anticrisis…, por mencionar algunas) solapándose en el tiempo con los últimos estertores de la acción de gobierno en la disparatada línea ininterrumpidamente seguida durante las dos últimas legislaturas. No hay quien hable más libremente que la pluma, pero las teclas de mi portátil carecen de pelos y como tampoco hay dos sin tres, mucho me temo que el sucesor de Maragall y Montilla pueda ser presentado en sociedad como el increíble adalid dotado de la persuasión necesaria para hacer pasar el Nacionalismo por la rama más pura y ortodoxa del Socialismo.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Dios sabe la verdad

Ahora, tras un elevadísimo escrutinio de los sufragios depositados en las urnas repartidas por toda Catalunya, estamos en disposición de prescindir de conjeturas, más o menos acertadas, sobre cuál es la realidad política actual. Ante la explícita correlación de partidos políticos surgida de la cita electoral, procede felicitar a la fuerza política más reforzada y que, pese a no haber obtenido la mayoría absoluta, se me antoja inimaginable que en los próximos días no halle la posibilidad de acceder al Palau de la Generalitat. Por consiguiente, no sería ocioso analizar el elevado grado de relación entre el rédito electoral cosechado por CiU y el despiadado castigo infligido al Tripartit por su manifiesta incapacidad para defender al conjunto de la sociedad de los feroces zarpazos que asesta la crisis económica. En mi opinión, la patética imagen de falta de liderazgo que ha trasmitido a la opinión pública, quien ha presidido el Govern en los postreros cuatro larguísimos años, empeorada permanentemente por la tragicómica relación interna de los diversos actores políticos que lo han formado, ha sido determinante para que hayamos asistido a un abrupto cambio de las fuerzas dominantes en la escena política de Catalunya sin precedentes en la etapa democrática. Vaya, a los salientes, que Dios les dé tanta paz, como descanso dejan. Refuerza el sentido de que el ganador lo ha sido más por demérito de su principal adversario que por mérito propio, los contrapuestos argumentos que la federación moralmente victoriosa ha ido diseminando en el tramo final de la última legislatura con el claro propósito de encaramarse al Poder: una contundente respuesta al Tribunal Constitucional, un espectacular aumento del independentismo y una concluyente derrota del PP en Catalunya. Pues bien, los partidos políticos que, indirecta o directamente, recurrieron el actual Estatut de Autonomía (Ciutadans y PP) han aumentado fehacientemente el número de catalanes que les apoyan; el cómputo total de diputados que alcanzan los partidos políticos que se declaran inequívocamente independentistas cae en número estrepitosamente y qué decir del espectacular aumento de escaños logrados por el PP. En adelante, quienes nos gobiernen en la novena legislatura están en su legítimo derecho de continuar doblegando la realidad catalana a voluntad o seguir hablando de la mar si lo creen oportuno; sin embargo, a muchos de nuestros conciudadanos, la dramática y precaria situación que hace mella en el seno de sus familias no les van a permitir expresarse con serenidad y diplomacia antes sus principales representantes políticos. Vaya, a los entrantes, que Dios los coja confesados de errar en fijar el orden de prioridades por más que busquen cabezas de turco.

martes, 23 de noviembre de 2010

A promesas de san Pedro, cumplimientos de Santiago

No hace muchas horas, en el debate electoral celebrado en una cadena televisiva en Catalunya uno de los principales candidatos a President de la Generalitat formuló, amparándose en la tolerancia, en mi opinión, una de las frases más intolerantes que jamás oí en medio de comunicación público: “Miren si este país es tolerante que ustedes vienen aquí, señora Camacho y señor Rivera, y hablan en castellano en la televisión nacional de Cataluña y no pasa nada”. No les parece que este, como otro cualquiera, sería un inmejorable momento en la Historia de Catalunya para detener el péndulo de la discriminación lingüística.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Al mejor cazador se le va una liebre

Estimado amigo:
Que no ha despertado notoria satisfacción, entre la inmensa mayoría del respetable en Catalunya, este espectáculo a modo de alianza gubernamental a la que se ha dado en llamar Tripartito, hace ya la friolera de más de siete años, es de dominio público. Sin embargo, en la primera singladura legislativa, pese a que muchos catalanes no tardamos en padecer los primeros efectos de tan singular congregación política, la acción de gobierno fue fiel al epígrafe del que, sin sentirse totalmente cómodos todos los integrantes, aún no renegaban; es decir, que aun accidentadamente se comportaban como una sola gerencia administrada por tres partidos con distinto grado de jefatura en función de número de sufragios recibidos. Una prueba inequívoca de ello es que cuando las estridencias provenientes del Govern irrumpieron en la escena mediática con gran estruendo (“Dragón Khan”) hasta convertirse en innegable protagonista del primer y arriesgado periplo de esta índole en la más alta institución autonómica, hubo quien (President) tomó la determinación de echar mano de las destituciones en Conselleries (bien por asunción de la gobernación del timón en unos casos, bien por sucumbir a cantos de sirena federativos –en exabruptos al mismísimo Presidente-). En tan particular odisea, los principales protagonistas depurados pasaron a la palestra de nuestra insigne Historia no precisamente por surcar inexploradas aguas mediterráneas sino por otra serie interminable de sinuosos y arriesgados periplos. Entre los más señeros procede colocar ribete de oro a un “silencioso” y relámpago viaje a una archiconocida ciudad del sur de Francia, a escasos kilómetros de la frontera; sin pasar por alto otro cuyo coronamiento nos ha de transportar a la mismísima Tierra Santa con el objeto presenciar un “jocoso” y enmarcado momento sin parangón en las instantáneas lindes del despropósito. Prosiguiendo en la enumeración de tan “sosegados” paseos el siguiente ha merecido prescindir del punto y coma para teclear un punto y seguido porque no hallaremos otro que mejor encarne la candorosa inocencia eco-socialista sino aquel movido por el eje de la hélice de un público helicóptero que gira en torno a la conciliación familiar y el molesto servicio a la sociedad durante el fin de semana.
Antes de las posteriores elecciones al Parlament, conocedor del rechazo que despertaba esta fórmula del Tripartito entre la población, quien terminó al mando de la nave en la segunda saga al frente de la Generalitat ya renegó públicamente del artefacto político; no obstante, eso no fue óbice para que lo reeditara con idéntico y penoso resultado, hoy por hoy, es decir, a una semana de que concluya tan traumática y chirriante experiencia. En el transcurso de la actual legislatura y pese a repetir los mismos partidos políticos con la misma coherencia ideológica (en la teoría, progresista), en esta ocasión (en la práctica) han sistematizado un peculiar modo de gobierno caracterizado por la cohabitación de tres gobiernos con sus competencias milimétricamente delimitadas con el propósito de evitar colisiones al menos en ese aspecto. Pero llegados a este extremo con tales alforjas empíricas, inmersos en plena campaña electoral convendría llamar al pan, pan y al Tripartito, Trigeneralitat o cualquier término de nuevo cuño que mejor estime el lector. Aunque sólo fuere para evitar incurrir en clamorosa contradicción semántica como la que tuve oportunidad de presenciar en un debate preelectoral, en el improvisado plató televisivo de la sala magna de cierta universidad de la parte alta de Barcelona, donde el licenciado, alto cargo institucional y representante independentista, al tiempo que parecía sentar cátedra al sentenciar que esta “maravillosa” inmersión lingüística en catalá impuesta en la escuela pública logra que los niños en Catalunya sean unos de los que mejor puntuación sacan en Lengua Castellana de toda España, sostenía que nuestra Comunidad Autónoma era relegada al puesto… “onceavo” (creo recordar), después de cierto “injusto” reparto estatal. Retirando la anécdota anterior al rincón de la margen de este escrito al modo de una mera acotación, el hilo argumental del tema que nos ocupa prosigue exponiendo un ejemplo gráfico que la misma tripleta de actores han puesto en relieve en el fragor de intestinas luchas por retener algún puñado de los votos que la mayoría de las encuestas pronostican que perderán posicionados como contrincantes a ultranza entre los que se distingue paradójicamente a dos partidos desde los que se promete a los electores como descosidos reformar significativamente, incluso abolir, aquellas leyes o preceptos que se aprobaron a instancias del tercero en liza como se aprecia nítidamente en la norma que limita la velocidad a 80 km/h en los accesos a la capital, hasta cuando se transita por despejadas y amplias autopistas.
Este punto y aparte anterior (¡lo saben, eh?) labra predecible y aterradora imagen sobre un hipotético tercer Tripartito que, al igual que en precedentes oportunidades, los mismos interesados se apresuran a desmentir, pero que de posibilitarlo la razón de la aritmética casi nadie descarta. Conque cada quisque atine con el voto como le dé la realísima gana, que si malo ha sido, al menos para el infrascrito, el Tripartito, se imagina usted un pacto postelectoral… a la griega: vaya, quien no se consuela es porque no quiere.

Sin otro “Tripartito” (¡ay, perdón! pretendía decir particular), un cordial saludo

Eduardo González Palomar

jueves, 18 de noviembre de 2010

Entrar por la manga y salir por el cabezón

Legión son los que desde instituciones públicas en Catalunya -ayuntamientos- se arrogan facultades que nadie en democracia les ha otorgado. Sin embargo, con las facultades que legalmente sí son inherentes al ilustre cargo de alcalde, sólo me resta interpelar a nuestros contemporizadores representantes democráticos (legislativos, ejecutivos y judiciales) para que tengan seriamente en consideración la necesidad de inhabilitar para las funciones que la pública ocupación trae aparejadas con urgencia a aquellos que incurren en flagrantes alcaldadas contra el “desamparado” ciudadano. La impunidad con la que actúan últimamente, amén de ser enormemente preocupante, socaba toda confianza en una ley que ha de mantener, sin excepción alguna, a todos los hijos de vecino bajo su imperio pero también bajo su paraguas protector. Muchos de aquellos de los que con más razón deberían predicar con el buen ejemplo ante el pueblo llano para alcanzar cierta autoridad moral ante sus convecinos, son los primeros en desprestigiar el ordenamiento jurídico establecido al vulnerar el código legal vigente. Los mismos que no vacilan un instante en aplicar la misma ley que ellos mismos incumplen con desmesurada saña para extorsionar ciudadanos por motivos ideológicos, lingüísticos, recaudatorios… o por complicados e inexplicables delirios de grandeza. En resolución, al tiempo que demasiados alcaldes se jactan públicamente de incumplir preceptos legales, discriminar “antipáticos”, excluirse moralmente de la Constitución e incluso mofarse de los que osen desde el mero y liso rango de ciudadano llamarlos al orden; ahora hasta la coyuntura tecnológica también podría formar parte de los mecanismos que les permitiesen perfeccionar sus abusos, armados de simples y versátiles cámaras de fotografía digital, al registrar todas aquellas infracciones que la diligencia de sus subordinados esté en disposición de recoger y, sin embargo, posteriormente multar selectivamente con el ardid de evitar dejar la notificación de la sanción en el limpiaparabrisas de los vehículos bajo peregrinas excusas: la intolerancia y el sectarismo ideológico unido a la perentoria necesidad de financiación local pueden agudizar el ingenio que es un primor.

De día no veo y de noche me espulgo

La Política en Catalunya requiere tal higienización que pongo en duda que un concienzudo barrido, un enjabonado persistente y un abundante baldeo sean suficientes para disipar el tedio, la resignación y la desconfianza que provoca en el grueso de la ciudadanía. No obstante, a la mayoría de representantes políticos no los hallará por ello llorando a moco tendido sino en disputas pueriles e insustanciales cuando no en magníficas y orquestadas maniobras de distracción para mejor entretener a la opinión pública mientras medran al amparo que les ofrece el Poder. Con la pertinaz crisis económica planeando sobre la mayoría de las familias que residen en esta comunidad, desde cierta formación política (por remarcar el último pretexto para traer a colación un tema que, de todos es sabido, es recurrente desde cualquier postulado ideológico) se han permitido deslizar, a los que somos naturales del lugar, que la actual legislación sobre la financiación de partidos obliga a bordear no sé qué líneas legales para mejor sufragar los gastos que la desacreditada actividad trae aparejada (explicado de este modo incluso despiertan cierta conmiseración, ¿verdad?). Sin embargo, obvian irrespetuosamente que el deseo generalizado del contribuyente es restringir significativamente las ingentes partidas presupuestarias destinadas para tal menester (a quien guste presentar alguna duda sobre lo extendido de la pretensión se le aplaca el prurito invitándole a hacer un referéndum –consulta popular tan anhelada para otros menesteres menos demandados-). Por consiguiente, desde el poder gubernativo, o en su defecto desde el que lo ostentó sucumbiendo a semejantes debilidades, no vacilarán un solo instante en desautorizar sistemáticamente, sin sonrojo alguno, al osado que se manifieste en contra de este perverso orden de cosas establecido desde arriba, con dislates semejantes al “estamos hablando de cantidades insignificantes” (¡más insignificante es la revalorización anual de la pensión de mi querida mamá y…!). Tras el primer golpe defensivo, pasa a ser ineludible contraatacar taimadamente, justo en ese preciso instante en el que reina cierta mezcla de desconcierto e indignación en quien se ha convertido ya en declarado adversario, y lo hacen tratando de seducir al “pesado”. Tienen por costumbre esbozar una almibarada sonrisa al tiempo que espetan un “convénzase, buen hombre, esto que para usted es un gran handicap para el óptimo gobierno de nuestro maltrecho erario público, en realidad, no pasa de ser el chocolate del loro”. Pero si llegado a tan indeseado extremo, el “inoportuno” ciudadano de turno es, además de tozudo, tan corto de entendederas que no capta que nada tiene que hacer ante quienes atienden las apremiantes necesidades del pueblo llano como los que oyen llover, pues, ¡ay madre!, además de retirarles el vocativo de “buen hombre” en menos que canta un gallo, son muy capaces de jurar y perjurar, por lo más sagrado, que susodicho individuo es, ni más ni menos, que el hijo de la mismísima Demagogia.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Cuanto menos bultos, más claridad

Conocedores de que las innumerables encuestas realizadas hasta la fecha se empecinan en representar tan expresiva talegada electoral, a sólo unos días de la celebración de otros comicios autonómicos, desde ERC se ha echado mano, con el propósito de mantener prietas las raquíticas filas, de unas de las estratagemas más incandescentes de todo el manual nacionalista por antonomasia: el enemigo externo (Andalucía). Después de siete años en el poder ejecutivo en Catalunya, finis coronat opus, idóneos para revertir todo género de supuestas injusticias recaudatorias; tras permanecer desaparecidos en medio de refriegas en las espesuras de la identidad y la imposición lingüística; sacudidos de carnes en todos los frentes donde aún conservan algún representante público sentado en mullido escaño y emboscados por belicosas facciones salidas de su propia soldadesca, sólo alcanzan a sorprendernos con la ocurrencia de tocar a rebato, en salida de rocín tuerto, con torcido rostro de este jaez: “en Andalucía no paga ni dios”. Para más inri de los agresores, quizá para descargar tan debilitada acometida, a los agraviados e ingeniosos andaluces, les baste con rehuir el combate cuerpo a cuerpo y desde su amplificadora posición moral desarmar al provocador independentista contrapunteando a pipiricojo aquel popular latiguillo a ritmo de alegrías… “con las bombas que tiran los fanfarrones…”.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Ópera bufa

Desde las instituciones públicas en Catalunya quienes mueven los hilos, vaya, los peces gordos, llevan largo tiempo -30 años- tratando de extender el monótono escenario de su farsa al ancho panorama exterior; esto es, Catalunya en su conjunto e incluso, en la apoteosis de la representación - por qué no-, lo que en el argot de esta peculiar compañía se ha dado en llamar, “Els Països Catalans”. Para tan indescriptible tarea, no han dudado en incrementar progresivamente la “troupe” de funcionarios y altos cargos de confianza con toda índole de operarios hasta límites insostenibles. Algunos, cual avanzadillas de inconfesables ensoñaciones propias de toda obra nacionalista, como representantes lanzados por esos mundos de dios para sentar plaza en futuras y exitosas giras allende las estreñidas fronteras que la Historia se encaprichó en determinarles. Para tan arriesgada puesta en escena, quién mejor que alzapuertas salido de la propia familia de los primeros actores del reparto. Para garantizar que la empresa perdurase en cartelera, apenas tuvieron que vencer escrúpulos al dotarse de una prensa fiel y agradecida, muy dada al buen vivir al amparo de abundantes anuncios institucionales a toda plana bien remunerados, cuando no de suculentas subvenciones públicas “periódicas” que por supuesto –no me sean, por favor, mal pensados- nada tienen que ver (en tan noble profesión es notorio que existe una extendida inclinación a trabajar por amor al Arte) con la publicación de artículos de fondo, editoriales, columnas, reseñas y otras bagatelas por el estilo. Añadido a lo anterior, para mayor y mejor penetración en lo grueso del patio de butacas de los cuatro cuadrantes provinciales, cierto día, un anónimo seguidor de la causa tuvo la cardinal idea de introducir estratégicamente entre el público asistente al graderío y en el patio de butacas lo que se conoce por “sociedad civil” y un sinfin de plataformas privadas archisubvencionadas para mejor contagiar a patalear, aplaudir o silbar según el lance requiera, vaya, lo que cualquier desalmado, como quien esto escribe, calificaría como los más eficientes apuntadores convertidos en correa de trasmisión de la voluntad política de los mayores empresarios de la Magnánima Institución Pública. Como enlace final, lo que hace que todo quede aparentemente “anudado (no sea que alguien se ofenda si escribo atado) y bien anudado” tuvo su preludio en esta ópera bufa el mismo día del ensayo general antes del gran estreno ante el respetable pueblo llano donde la sacrosanta Dirección del sector acordó una suerte de parodia a modo de Ley Electoral donde todos los votos no tenían la facultad de sumar lo mismo; es decir, la función más representada podía ser la menos galardonada, todo dependía del cuadrante donde se ubicase el componente del Gran Jurado. De tal manera que, un solo voto (el del coro) podría neutralizar a cuatro (el de figurinistas, maquilladores, porteros y encargadas de guardarropas) de la provincia con menos partidarios de la obra nacionalista oficial. Sin embargo, tanta “perfección” difícil será que dure cien años en este orbe tan inclinado a reverenciar a la musa “Moda” y más pronto que tarde… bueno ya saben ustedes… ¡córcholis! (es lo más fuerte que jamás escuché decir a la beata prima –Pilar- de mi difunto papá), no será un servidor quien lo deje caer, pero las “malas lenguas” de un tiempo a esta parte aseguran que cierto guión hiperrealista, interpretado por una compañía de amateurs que se da en llamar Ciutadans (pisó el escenario del teatro Tivolium hace unos años y recientemente ha representado en el Romeum con gran júbilo) el 28 de noviembre en la Gran Gala aspira a colgarse algún laurel. Ah, por cierto, si les preguntan, a mí ni me conocen, que tengo entendido que los que cortan el bacalao en las altas instancias gastan malas pulgas y yo lo último que busco son problemas.

Colorín colorete, por la chimenea sale un cohete

De no ocurrir acontecimientos que alteren traumáticamente el normal devenir de los acontecimientos, en pocos días podríamos constatar cómo se suma otra -la enésima- prueba inequívoca en el haber de aquellos que sostenemos que el ardid político del último Estatut de Autonomía no obedecía a exigencia social alguna sino a otro mecanismo que permitiese seguir ahondando en el intento de pintar de un solo color la identidad colectiva de los que vivimos en Catalunya. No ya que las innumerables encuestas sobre intención de voto para las inminentes elecciones al Parlament de Catalunya, que también, sino lo que se capta cuando el ciudadano de a pie sin la férula del micrófono del medio de comunicación de turno expresa su opinión en improvisada charla: que aquellos “díscolos” partidos (Ciutadans y PP) que, además de votar en contra del Estatut, interpusieron recurso de inconstitucionalidad -indirecta o directamente- al Tribunal Constitucional incrementarán el porcentaje de los sufragios recibidos, incluso con la irrupción en la escena autonómica de otra formación política (UPyD) que luchará denodadamente por entrar en la cámara catalana con idéntica intención, desde sus obvias diferencias ideológicas, de arrojar Realidad sobre el monocromatismo de la identidad “oficial” y, por consiguiente, diluir esa pátina que se ha ido formando a lo largo de tres décadas en las que la clase política dominante no ha reparado en gastos para mantenerla a salvo.