martes, 14 de enero de 2014

Las dos Cataluñas

A juzgar por los múltiples personajes históricos con los que quieren ser asociados algunos líderes independentistas de Cataluña y los continuos bandazos sobre los países que toman como referencia en su nebuloso proceso de construcción nacional, el independentismo no se sacude su sempiterna imagen de ideología oportunista, inconsistente, frívola, esperpéntica… Esto del separatismo al estilo catalanista sería para tomárselo a guasa si no fuese porque el dinero público es despilfarrado como nunca en políticas estériles por sus partidarios mientras ejercen el poder en innumerables instituciones públicas, porque los sueldos que se fijan son escandalosamente desproporcionados para los tiempos que corren o porque no pocos de ellos se dedican a algo tan serio como transgredir las leyes y a conculcar derechos inalienables a los ciudadanos castellanohablantes y no nacionalistas. En resumen, habida cuenta de cómo discurren las cosas por Cataluña, por un lado están los de la casta independentista que siguen viviendo a lo duque, como de costumbre, pero que no dudan en hacer incluso payasadas si con ello consiguen para sí algo más de poder; por el otro, el pueblo llano al que no le hace gracia estar a dos velas, pero que, salvo en puntuales ocasiones, calla.

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