martes, 30 de agosto de 2011

Nacionalismo en estado puro

“La dignidad de un país no tiene precio” proclaman desde un Govern que remacha que no se recortará presupuesto público alguno para los actos de celebración institucional de la Diada Nacional de Catalunya. Con no pocos antecedentes que anteponen la exaltación de abstracciones ideológicas a necesidades perentorias de la ciudadanía, negarán la RMI (Renta Mínima de Inserción), sin aparente contrariedad ética, a quien ya no conserve empleo ni posibles ni dignidad.

lunes, 22 de agosto de 2011

Sin pretensión de corregir la plana

En mi modesta opinión, no me parece acertado establecer una asociación monolítica entre el nacionalismo catalanista y el código lingüístico “català”. El catalanohablante, abundantemente, no es hostil a conceptos territoriales más amplios (España) y también percibe la diferencia entre Cataluña y nacionalismo catalanista. Del mismo modo y desvinculando mi lengua materna (castellano) de mi discurso político, podría emplear la forma propia del castellanohablante (Cataluña), sin complejo alguno, con la misma naturalidad con la que utilizo el otro topónimo cooficial; no obstante, de un tiempo a esta parte tiendo a utilizar, con bastante frecuencia, la otra forma representativa (Catalunya) de mi comunidad autónoma natal en España sin que ello mengüe un ápice la corrección ortográfica.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Sin pestañear

Minutos más tarde, fueron la Guardia Urbana de Barcelona y los organizadores (Òmnium Cultural) los que, sin sonrojo alguno, elevaron por encima de 1000000 los asistentes a la manifestación del 10-J en contra de la sentencia del TC sobre el Estatut de Catalunya. Transcurridos unos meses, en grandilocuente aseveración, la directora de la televisión pública autonómica de Catalunya se refirió al número de participantes de esta guisa: “medio país” [4000000]. Un año después, los servicios informativos del ente público catalán han repetido hasta la saciedad que para tal evento “Catalunya salió a la calle” [8000000]. Conque de continuar el incremento de manifestantes por estos disparatados andurriales, mucho me temo que será cuestión de horas que este milagro Multiplicador del fanatismo catalanista requiera echar mano del pancatalanismo para justificar la presencia de ingentes cantidades de asistentes provenientes del resto de Países Catalanes.

martes, 9 de agosto de 2011

A son de qué

Cuando invade tu ámbito doméstico, sin previo beneplácito, un melodioso sonido proveniente del aparato musical de un convecino, es cuestión de tiempo que el sonido se torne ruido y el convecino, un tirano de tomo y lomo. Y a mayor abundamiento, se está instaurando la perniciosa costumbre de que, las más de las veces, de nada sirven legislaciones autonómicas o estatales u ordenanzas municipales, que fijan la prohibición de sobrepasar unos determinados decibelios, para evitar que el incívico de turno decida cuándo y cómo el resto de sus vecinos oiga la melodía que él determine. No obstante, para disparatado contrasentido, el que está acaeciendo en el patio interior, de un pueblecito de Barcelona, al que da la vivienda donde resido. En él se están instalando refinados urbanitas que, de acuerdo a su sutil moral, la primera reforma que acometen en sus respectivas residencias es el aislamiento visual de sus patios con el fin de salvaguardar sus intimidades del resto de residentes. Evidentemente, a este respecto, nada se debe objetar. Pero, infortunadamente para los provincianos, este peculiar automatismo de los recién arribados que les impele a salvaguardar su intimidad visual no guarda coherencia con permitirnos que seamos conocedores de sus más íntimas… preferencias musicales.