jueves, 28 de abril de 2022

¿Crisis?, ¿qué crisis?

Si analizas todos los eslabones que cuelgan de cada uno de los sectores económicos que han originado esta maldita crisis económica (eléctricos, gasísticos, petroleros, bancarios, farmacéuticos, armamentísticos...), llegarás a la conclusión de que el único que pierde es el último (el españolito de a pie), el resto de eslabones está obteniendo unos beneficios descomunales. En no pocos casos, unos beneficios históricos.
¿Recuerdas con qué alegría y profusión los medios de comunicación afirmaban meses atrás que durante los largos confinamientos de la pandemia las familias habían logrado ahorrar dinero? Pues nada de eso cayó en saco roto. De aquellos polvos estos lodos. ¡Y qué lodos estos que están inmovilizando económicamente a los de abajo!
Todos los insaciables caimanes de las finanzas dedicaron un tiempo a afilar sus temibles dentaduras mientras urdían modos de que el dinero sobrante de las familias acabase, en el menor tiempo posible, en sus abultadas carteras.
La crisis tampoco ha afectado negativamente a una clase política endiosada que ha reaccionado tarde y mal a todo este encadenamiento de infortunios que anda lastrando a los sectores menos favorecidos de la sociedad. De hecho, en España no hay salario profesional o prestación asistencial que, desde la adhesión a la Comunidad Económica Europea en 1986, se haya equiparado a la media de la Unión Europea salvo los sueldos, prestaciones, indemnizaciones, dietas, complementos y compensaciones varias de la casta política.