viernes, 4 de noviembre de 2016

Para estar al tanto

Aquí donde arraiga el victimismo con suma facilidad. Aquí donde el clan habla en nombre del pueblo cada dos por tres. Aquí donde muchísimos de los que agitan banderas independentistas viven bien colocados en las administraciones públicas o gozan de espectaculares subvenciones. Aquí donde los que más tienen son los que más se quejan… Si aún no salta a la vista el rincón del mundo desde el que me he parado a escribir, dejo claro que se trata de ese pedazo de España que se conoce por Cataluña. Desde este preciso territorio urge aclarar, sobre todo en tiempos como los que corren, que aquel que mata a su convecino a golpes de urna no es un demócrata sino un asesino. Y por si quien esto lee tiene un día de aquellos en los que anda con la mollera dura, adjunto otra evidencia que arroja algo más de luz sobre la anterior, el que cuelga “esteladas” en los colegios electorales no es un buen patriota sino un tramposo.