Conforme a esta reprobable práctica, en las últimas horas, al son de la partitura que suena desde Waterloo puede percibirse a un Gobierno de España que sigue el compás con una soltura y desvergüenza que ya joroba por lo que tiene de reiterativo. Y joraba doblemente cuando tras el Gobierno de España entra en danza el de la Generalitat de Cataluña, en manos de un PSC que sin sonrojo alguno reniega también de la ideología progresista, abogando para que, de ahora en adelante, prevalezca el principio de ordinalidad en la financiación autonómica de Cataluña dentro del conjunto de comunidades autónomas de España. Para acabar de ser explícito: algo tan de derechas como sería el principio de ordinalidad en la financiación provincial de Barcelona en Cataluña o el principio de ordinalidad en la financiación del barrio de Les Tres Torres (Sarrià-Sant Gervasi) en la política municipal de la ciudad de Barcelona.
Visto lo visto a mis 58 años, sólo cabe esperar qué indecencia tratará de colar este gobierno de España después de ésta para seguir beneficiando a los de siempre en Cataluña: los que forman esa casta de independentistas que nada tiene que ver con los catalanes que sí sufren necesidades perentorias todos y cada uno de los días de mes.
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