martes, 21 de junio de 2011

Arrojar el guante

Que muchas de las excesivas leyes parecen estar acordadas por la élite política más para oprimir al ciudadano de a pie que para perfeccionar un modelo de convivencia en armonía, es una de las conclusiones que la experiencia te fija en la mente a modo de creencia innegable. A quién se le pasa por alto que demasiado a menudo son los que deberían predicar con el ejemplo y aquellos que interesadamente se llenan la boca con la palabra “Democracia” los principales transgresores del código legal vigente. Asimismo, el término “Democracia” es utilizado a modo de chantaje para obligar al gobernado a proceder conforme conviene a quienes gobiernan. Las más de las veces, para extorsionar el bolsillo del contribuyente con sanciones o desautorizar ante la opinión pública a colectivos “díscolos”. En vano he intentado, innumerables veces, que políticos de la calaña más arriba indicada respeten tal o cual apartado de una ley y en no pocas ocasiones me han espetado, de palabra e incluso por escrito (tal es el grado de impunidad en el que se desenvuelven), que ni por asomo la cumplirían. Por consiguiente, a fin de que este inmoral sistema político gane algo en pulcritud y retorne al pueblo parte del predominio político que jamás debió perder, no sería mala idea permitir a los agentes del orden multar a los políticos que vulnerasen la Ley a instancia de cualquier ciudadano y que, posteriormente, el importe de la sanción revierta en beneficio de quien insta y no de quien denuncia. De ese modo, los resultados no se harían esperar… en un santiamén, ¡y a iniciativa propia!, la casta política instauraría turnos de sesiones en el Congreso de Diputados, parlamentos autonómicos y ayuntamientos con la finalidad de disponer de las 24 horas del día y los siete días de la semana para librarnos de tanta coartación legislativa.

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