jueves, 2 de diciembre de 2010

Burro de San Vicente, que lleva la carga y no la siente

Aquello que ocurre en Catalunya en lo referente a la “magnificación” de una corriente ideológica (independentismo) no se trata de una inocentada, tampoco de una pueril diversión, sino de la necesidad de supervivencia de un selecto poder político-social endogámico. Las más de las veces, ni siquiera circunscrito en torno a formaciones políticas declaradas inequívocamente independentistas. Por consiguiente, desde el orbe transversal nacionalista (CiU-PSC) se han activando todos los resortes a su alcance, el mediático y el nutrido entramado de sociedades civiles que subsisten al socaire de la subvención pública, con la intención de amplificar el mensaje, porque hasta la fecha les ha proporcionado pingües beneficios. Distraídas las masas en el territorio catalán en debates estériles, el dinero público, vía Generalitat, ha continuado fluyendo, incluso en tiempo de precariedad económica y financiera, hacía las élites de forma innegable. Asimismo, cierran este perverso círculo vicioso quienes ostentan la dirección en instancias superiores del conjunto del estado al continuar afanados en contrarrestar la supuesta avalancha independentista, tan contraria a sus intereses, con una burrada de traspasos competenciales. De momento, el conjunto del todo (España) no se ha transferido a la parte (Catalunya); no obstante, de seguir los acontecimientos por estos disparatados andurriales, haría bien en no descartarlo… no es mal amigo quien bien previene. Bromas aparte, cuantitativamente, el movimiento independentista en Catalunya, pasados unos nuevos comicios autonómicos, ha vuelto a menguar significativamente. En suma, si nos atenemos a lo sucedido en las muchas ocasiones en que esto ha ocurrido, a nadie extrañe que suban insoportablemente los decibelios de su cansina y machacona melodía soberanista; entiéndalos… burros serían si obrando del mismo modo esperasen resultados distintos a los que siempre han obtenido.

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